Los
resultados de la última elección presidencial, del 17 de enero,
sorprendió a todo el espectro político del país, en la cual
Piñera, candidato presidencial de la derecha gano por una diferencia
de 9 puntos al candidato Guillier de la centro izquierda (Nueva
Mayoría), cuando esperaba ésta triunfar aunque fuera por un
estrecho margen de diferencia. Las explicaciones de tan rotundo
fracaso electoral de la Nueva Mayoría no se hicieron esperar,
partieron con culpar al candidato de no haberse mostrado con un real
líder ante los electores y de no tener un programa de gobierno
claro, éste por su parte culpo a los partidos de la Nueva Mayoría
de no haberse jugado del todo por su candidatura; otros culparon a
la democracia cristiana por llevar candidato a la presidencia en la
primera vuelta, debilitando la candidatura de Guillier al cual no
habría apoyado del todo en la segunda vuelta electoral; también se
culpa al Frente Amplio por no apoyarlo en forma amplia y directa por
el conjunto de los partidos que lo integran, etc. etc. No faltando
los procedes que dan por muerto al conglomerado político de la Nueva
Mayoría, corriendo horrorizados el falso Partido Comunista a tratar
de juntas los pedazos de ésta, llamado desesperadamente a la
Democracia Cristiana que no abandone el barco, así como al Frente
Amplio a unírseles, su miedo es que ellos fuera de un bloque de
“centro Izquierda” perderían su cuota de poder y futuras
representaciones de elección popular.
Y que esperaban los partidos
de la Nueva Mayoría (ahora de la mínima minoría) después de más
de 20 años de estar administrando el modelito económico dejado por
Pinochet. Ya en el 2010, con el triunfo de la derecha con Piñera, el
pueblo anunciaba que estaban cansados de las promesas incumplidas de
los gobiernos concertacioncitas. Solo lograron volver a ejercerlo
trayendo de vuelta a Miche Bachelet como su carta presidencial el
2014 e integrando al revisionista Partido Comunista al nuevo bloque
político “Nueva Mayoría”, que tomaba las banderas de lucha
levantadas en las protestas y luchas realizadas por la población al
finales del primer gobierno de Michel Bachelet, independientemente
de los partidos de izquierda como de derecha, las que alcanzaron
mayor relevancia y masividad con el movimiento estudiantil en 2010
al inició del gobierno de derecha de Piñera, cuya reivindicación
era la gratuidad de la educación, protestas que decayeron en 2011
al no lograrse la integración con las luchas salariales del
movimiento sindical, dejando de participar en estas los sectores
medios más conservadores de la población y del estudiantado,
logrando el gobierno de Piñera junto a la Concertación y al
renegado Partido Comunista encausar dicho movimiento por los cauces
legales.
Es indudable que la
irrupción del Frente Amplio como bloque político es la tabla de
salvación para los llamados partidos de la ex Nueva Mayoría para
conformar un nuevo bloque político que les permita llegar al
gobierno el 2022, para seguir ejerciendo su cuota de poder. Pero el
Frente Amplio ya es en sí mismo un frente integrado por 10 partidos
y organizaciones políticas, que van de liberales a anárquicos, con
grandes contradicciones en sus programas y orientaciones políticas
que provocaran conflicto a futuro, por ahora las fuerzas que
predominan en éste son Revolución Democrática y los Autónomos que
se han mostrado llanos a mantener conversaciones con los partidos de
la ex Nueva Mayoría sin concretizar nada por ahora, de llegar a un
acuerdo para conformar un nuevo Bloque ¿de Izquierda? como planteaba
en movimiento estudiantil del 2010, del cual dice ser sus herederos,
o ¿de centro izquierda? que propiciaría la vieja izquierda
democrática, lo que significaría seguir siendo una continuación
del gobierno de la Nueva Mayoría, considerando que llevar a cabo
una política de izquierda y ganar las próximas elecciones
presidenciales requiere de un amplio apoyo popular, terminar con el
51% abstención y recuperar los votos de los sectores medios perdidos
por la fenecida Nueva Mayoría, los que ahora se han cargado a la
derecha. Aliarse con la vieja “centro izquierda” seria continuar
con la política de los acuerdo con la derecha a la espera de poder
llegar nuevamente al gobierno. Lo que le convendría al Frente Amplio
es seguir su propio camino y dejar que los viejos partidos de
“centro izquierda” continúen descomponiéndose y que desaparezcan de la política nacional, los que tengan que hacerlo
que lo hagan. Más temprano que tarde encontrara aliados en las
nuevas fuerzas emergentes del proletariado.
Por su parte la derecha en
su conjunto ésta eufórica con su triunfo electoral y ya saca
cuentas alegres con la posibilidad de permanecer en el poder unos
doce años, olvidando que solo tienen el 25% de total de los
electores, es decir que no tienen nada, ya que no han logrado obtener
el 30% de votos que abstenía la derecha años atrás. Lo que debe
llamar la atención es la alta votación que ésta saco en la Región
de la Araucanía y Maule, en la que el pinochetismo mostró su cara
más agresiva con el ex candidato Jorge Kast quién declaraba que la
Patria estaba en peligro al igual que en 1973, apoyado por las
organizaciones fascistas de represores de la dictadura dirigidas por
el Almirante en retiro Arancibia y el Coronel Labbe, que llamaban a
impedir el triunfo del marxismo Castro-chavista. Con la minoría del
total de votante la derecha con Piñera llevara adelante su política
de destruir o de cambiar las reformas que se impulsaron en el
gobierno de Michel Bachelet, incrementando las medidas represivas al
movimiento social, principalmente al movimiento obrero, aplicando la
ley antiterrorista al pueblo Mapuche.
La fuerza de la derecha está
en el gran poder económico del gran capital monopólico-financiero,
del aparato represivo del Estado burgués, de la prensa, radio y
televisión que bombardea a diario al pueblo distorsionándole la
realidad del país y de los pueblos que luchan por su bien bienestar
económico-social. La fuerza del pueblo, de los trabajadores está en
su organización para luchar por sus reivindicaciones más sentidas.
Organización debilitada por la acción de la burocracia sindical
enraizada en la CUT en federaciones y grandes sindicatos
controladas por los partidos de la ex Nueva Mayoría, los que lo han
mantenido ligados a los gobiernos concertacioncitas. Les corresponde
a los demócratas y a los revolucionarios dejar de lado las
discusiones bizantinas y el interés de grupo o de individuos que se
creen los enviados de dios. Lo que hay que hacer es unirse en un
movimiento político que tome las demandas de la clase trabajadora,
que sean parte de sus lucha y que coadyuve en la organización de un
nuevo movimiento sindical chileno clasista, solo así lograremos que
la clase obrera acoja en su seno a su verdadero Partido Comunista
Marxista-Leninista.
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